Hay algo que debes saber...

9:02 a.m.

Tenía 17 años, vivía muy deprisa mi vida, no pensaba en el mañana, me dejaba llevar por la corriente, tenía "amigos" que no me ayudaban a mi crecimiento personal o emocional, y desgraciadamente eran los que más frecuentaba. Nos encontramos después de muchos años, y tu labia fue muy buena, me pintaste pajaritos como nadie antes lo había hecho, y caí. Una cosa llevo a la otra y a una semana de mi décimo octavo cumpleaños ya tenía un nuevo corazón latiendo en mi cuerpo.
Pasaron 10 semanas y el examen de sangre no hacía más que confirmar lo que ya sospechaba. Cuando te enteraste, me diste la solución más cobarde y despiadada, y me diste  monedas como días tiene el mes, y creías que con eso solucionabas todo. Te quitaste la máscara, o quizás fui yo quien abrió los ojos por primera vez, sea como sea, supe que no volverías estar a mi lado, mis cuentos de Disney se desmoronaban en mi mente.
Ya tenía 13 semanas, y todos se enteraron, y no hiciste más que quedarte callado, mientras era señalada por todos a mí alrededor,  tu actitud demostró que cual limosna pensabas darme tu apellido, y es por eso que nunca lo acepte. Y terminaste por desaparecer por completo, y como no hacerlo si te facilite las cosas.

Pasaron los meses y te odiaba porque sabía que salías a divertirte, veía a mis amigos que lo hacían, tenías la libertad de no hacer nada, y esperar a poder postular a alguna universidad, mientras yo  sin oficio alguno empecé a trabajar con 7 meses de gestación, y lo seguí haciendo hasta que fuera momento de dar a luz. Y luego....Esa tarde en el hospital mi vida cambio, y entendí que no tenía nada de que culparte.

Me hiciste crecer, me permitiste entender que  no sólo que podía ser una mamá, sino que también podía ocupar el rol de padre. Ser madre soltera ha sido uno de mis logros más grandes porque me ha demostrado que soy capaz de cualquier cosa. Que puedo caerme y levantarme secándome las lágrimas.

Tenías razón, tu y yo no podíamos estar juntos, por eso no tengo nada que pedirte, y si quieres vivir tu vida como si no tuvieras una hija, yo no tengo ningún problema porque aprendí lo fuerte que puedo ser para salir adelante sola.

Gracias, porque cambie muchas comodidades para trabajar, estudiar en las noches y darle el tiempo que merece a quien en serio lo merece.
Gracias por que me diste a mi mejor amiga, a quien espere toda mi vida, a mi compañera de juegos, gracias porque sé que no volveré a sentirme sola.
Gracias por darme un historia que contarle cuando sea hora de hablarle de sexo, podre explicarle a ciencia cierta que el acostarse con alguien no haré que te amé, y tener un hijo no será la razón por la cual se quede.

Aunque a veces me pregunto cómo hubiera sido mi vida sin ella, no habría nada que cambiaría, mi vida antes de su nacimiento no tenía sentido. Ahora por su corta edad  no lo entiende, pero sé que cuando crezca lo hará, y sabrá apreciar lo poco que le puedo dar.

No puedo decir más que  gracias por seguir con tu vida. Aunque buscaba vivir un cuento de hadas con fracasos constantes de alguna forma ayudaste a que después de toda la tormenta pueda encontrar mi “fueron felices para siempre” con  mi hija,  y  me permitiste encontrar a alguien mejor para mí, alguien que me complementa, alguien que quería ayudarme y que no sentía miedo ante mi situación, y a pesar de todo nunca se fue…

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