Sí, hay que aceptarlo, es inevitable que nuestros hijos escuchen malas palabras en su
día a día. En la escuela, en la televisión, en las reuniones familiares, etc. Y
a causa de eso, las repite sin saber su significado y lo que conlleva
decirlas en la sociedad.
Las groserías son palabras que se utilizan para expresar
enojo, fastidio u odio hacia algo o alguien. En muchas familias
es aceptado hablar con groserías. Y debo respetar la forma en que cada papá decide
criar a sus hijos, pero en esta ocasión creo que hay algunas desventajas que
acarrea esta costumbre de usar malas palabras en nuestro vocabulario.
La
principal razón, es que algo que parece inofensivo repercute en la vida de los
infantes más de lo que podría parecer.
Por ejemplo: Empobrecen el vocabulario,
al usar malas palabras para expresar nuestras emociones e ideas limitamos
nuestro vocabulario, pues englobamos en una grosería palabras que describirían
exactamente cómo nos sentimos y que nos ayudarían a comunicarlo a otros y
entendernos a nosotros mismos. Causan una mala impresión, cuando
escuchamos que alguien habla solo con groserías, pensamos que posee escasos
conocimientos culturales y por lo tanto su expresión oral y escrita formal es
muy pobre.
Aunque parezca discriminación, impresiones como estas pueden hacer
que perdamos la oportunidad de un mejor empleo o de pertenecer a un grupo
influyente.
Papá, mamá, ¿ustedes también?
Los niños pequeños, sobre todo los niños que tienen 4 años
aprenden por imitación, y en esta edad, sus padres son sus héroes así que
procura mantener un vocabulario adecuado para que no aprenda palabras
inadecuadas y aprenda a hablar correctamente mediante el ejemplo.
Si en algún momento se te escapa alguna lisura, no vale
decirle "papá sí puede, pero tú
no" ¡resultaría demasiado
incoherente! Y los niños entienden mucho de lógica aunque no te lo creas.
Lo correcto en estas circunstancias es que si se te escapa
alguna le digas a tu hijo que te arrepientes mucho y que intentarás controlarlo
la próxima vez. Tu hijo aprenderá que todos nos podemos equivocar, pero lo más
importante: que de los errores se aprende. En honor a la verdad, y haciendo un
mea culpa, los adultos solemos utilizar alguna que otra mala palabra en nuestro
hablar cotidiano, casi sin darnos cuenta.
Lo que NO debes de
hacer ante un niño grosero
No reírte de su grosería
Es probable que la primera vez que tu hijo diga malas
palabras estés ante amigos o familiares. Debes medir tu reacción y mantener el
control, no puedes reír ni por nerviosismo o porque te resulte graciosa la
situación, ya que de esta manera estarías reforzando el mal comportamiento de
tu hijo.
No regañar al niño frente a la gente
Regañar a tu hijo por la grosería que dijo es totalmente
negativo, ya que le estarás dando las armas para sacarte de las casillas cuando
se le antoje, sin contar que una reacción exagerada podría dañar severamente su
autoestima.
Lo que SÍ debes de
hacer ante un niño grosero
Hablar con tu hijo
Lo que sí debes hacer es investigar el por qué tu hijo dijo
esa grosería. Es probable que la haya escuchado de alguien mayor, recuerda que
a menudo los niños repiten lo que escuchan de los mayores - Recuerda que a
veces como papás comentemos errores a la hora de educar a los pequeños-.
Procura tener cuidado con tu vocabulario frente a tu hijo, es probable que él
solo haya repetido la palabra sin saber qué significa.
Ayudarlo a reconocer su error
Si tu hijo cometió un error al ser grosero, lo mejor será
enseñarle a reconocerlo y pedir disculpas a quienes haya ofendido. Cuidar tu
manera de hablar será la mejor forma de tener un hijo bien educado, recuerda
que los pequeños son como grabadoras y repiten lo que oyen de los adultos.
Las groserías son palabras que se utilizan para expresar
enojo, fastidio, odio o desdén hacia algo o alguien. Culturalmente son usadas
para ofender o comunicarse de manera informal entre conocidos En muchas familias
es aceptado hablar con groserías. Yo respeto la forma en que cada papá decide
criar a sus hijos, pero en esta ocasión creo que hay algunas desventajas que
acarrea esta costumbre de usar malas palabras en nuestro vocabulario. La
principal razón, es que algo que parece inofensivo repercute en la vida de los
infantes más de lo que podría parecer. Por ejemplo: Empobrecen el vocabulario,
al usar malas palabras para expresar nuestras emociones e ideas limitamos
nuestro vocabulario, pues englobamos en una grosería palabras que describirían
exactamente cómo nos sentimos y que nos ayudarían a comunicarlo a otros y
entendernos a nosotros mismos. Causan una mala impresión, cuando
escuchamos que alguien habla solo con groserías, pensamos que posee escasos
conocimientos culturales y por lo tanto su expresión oral y escrita formal es
muy pobre. Aunque parezca discriminación, impresiones como estas pueden hacer
que perdamos la oportunidad de un mejor empleo o de pertenecer a un grupo
influyente.